La angustia y la impotencia invaden las vidas de quienes frente al hecho natural de alimentarse , se encuentran con una serie de conductas perturbadoras.
La ocultación y negación del problema por parte de las personas afectadas complican aun mas la situación. Es por eso que existe la posibilidad de intervenir en estos casos a través de la familia sin presencia de quien sufre el trastorno. La bulimia y anorexia, son los trastornos alimentarios más conocidos y que requieren un tratamiento que revierta la situación tanto física como emocional. El paso del tiempo agrava estos casos y es importante hacer un tratamiento lo antes posible, a fin de evitar o disminuir sus consecuencias. Actualmente nos encontramos otro espectro de trastornos relacionados con la comida, trastornos alimentarios no especificados siendo cada vez más habitual que los profesionales nos encontremos con los nombrados Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados), formas mixtas, incompletas, parciales o que no cumplen criterios de los trastornos habituales. Hoy los trastornos alimentarios no específicos son los más frecuentes y contrariamente a lo que se piensa, pueden ser los casos más graves. Su gravedad viene determinada no solo por la clínica alimentaria, sino que también viene definida por diversos factores psicopatológicos, conductuales, relacionales, etc.. que tendrán que ser evaluados por el equipo clínico, ya que muchas veces, van acompanyados de otros trastornos de conducta, alteraciones de la personalidad, dificultades familiares, relacionales, de convivencia y hábitos en general, que influyen negativamente en la normalización del funcionamiento vital.